El Nearshoring es una estrategia que está ganando fuerza entre los fabricantes europeos que buscan mover su producción a países cercanos para reducir costes y simplificar la logística industrial.
Durante años, muchas empresas trasladaron su producción a Asia en busca de precios más bajos. Sin embargo, el panorama ha cambiado. Las interrupciones logísticas, el aumento de los costes de transporte y la necesidad de mayor flexibilidad están provocando un giro.
Durante este artículo el foco estará en cómo el nearshoring está redefiniendo la estrategia industrial del continente, y qué oportunidades y retos plantea para quienes diseñan, producen o distribuyen componentes.
¿Qué es el nearshoring?
Antes de adentrarse en análisis complejos, conviene conocer en qué consiste este concepto.
El nearshoring se basa en trasladar procesos productivos a países más cercanos al mercado de consumo final. A diferencia del offshoring tradicional, que implica llevar la producción a miles de kilómetros, el nearshoring busca reducir distancias sin renunciar a la competitividad.
Por ejemplo, una empresa alemana que antes fabricaba en China puede ahora producir en Polonia o Marruecos. Esto acorta los tiempos de entrega, mejora el control de calidad y reduce los riesgos asociados a largos trayectos logísticos.
¿Por qué está ganando relevancia en el contexto actual?
El nearshoring no es nuevo, pero se ha acelerado por tres factores clave:
- Tensiones geopolíticas. La pandemia, la guerra en Ucrania y las fricciones comerciales han demostrado que depender de un único mercado lejano es arriesgado.
- Costes de transporte. Los precios del contenedor se dispararon durante la pandemia y, aunque han bajado, siguen siendo una partida importante.
- Sostenibilidad. Producir más cerca permite reducir la huella de carbono y cumplir con normativas medioambientales más exigentes.
Este contexto ha llevado a muchas industrias —automoción, electrónica, ferroviaria, incluso textil— a repensar su cadena de suministro.
¿Cómo afecta a los fabricantes europeos?
El nearshoring tiene un impacto directo en costes, tiempos y estructura de operaciones:
1.- Reducción de plazos
Fabricar más cerca del cliente permite responder más rápido a la demanda. En sectores como el ferroviario o el de componentes industriales, donde cada día cuenta, esto puede marcar la diferencia entre ganar o perder un contrato.
2.- Mayor control de calidad
Tener los proveedores a unas pocas horas de distancia facilita auditorías, ajustes y validaciones técnicas. Esto mejora la consistencia del producto final.
3.- Reorganización logística
Las rutas se acortan y se diversifican. Esto no solo reduce riesgos, también permite trabajar con menores stocks y adoptar estrategias just-in-time más fiables.
4.- Nuevas alianzas y proveedores
El nearshoring abre la puerta a trabajar con proveedores del Este de Europa, el norte de África o incluso dentro del mismo país. Esto implica revisar acuerdos, homologaciones y procesos de integración técnica.
¿Qué desafíos plantea?
El nearshoring no es una receta mágica. También hay obstáculos:
- Capacidad limitada en algunos países cercanos para absorber la demanda industrial europea.
- Necesidad de reentrenar plantillas o adaptar tecnologías en las nuevas plantas.
- Posible aumento del coste unitario de producción frente a Asia.
Por eso, una planificación cuidadosa es esencial. No se trata solo de mover máquinas: hay que rediseñar procesos, replantear relaciones con clientes y proveedores y adaptar la estrategia logística.
¿Y ahora qué?
El nearshoring no es una moda pasajera. Es una respuesta estratégica a un mundo industrial más volátil, en el que ganar agilidad y fiabilidad es tan importante como reducir costes.
Para los fabricantes europeos, representa una oportunidad de recuperar protagonismo en la cadena de valor. Pero también un reto que exige flexibilidad, inversión y visión a largo plazo.
En Industri ya hemos vivido de cerca esta transformación. Porque cuando un componente cambia de país, no solo cambia su punto de origen: cambia todo su viaje.